viernes, 26 de noviembre de 2010

Un día, un partido, un perdedor


Cuando la gente no aficionada al fútbol pregunta qué es lo que tiene este deporte para que haya tanta gente en el mundo aficionada, seguramente no responderías. La respuesta a esta pregunta está dentro de cada uno y es algo que nada ni nadie podrá hacerte sacar esa respuesta, ya que es algo tan íntimo que no se puede expresar con palabras.

El lunes, nos espera uno de esos momentos que no se pueden explicar con palabras, llega un clásico que hay gente que lleva esperando desde el anterior, y puede que estemos en la víspera de uno de los mejores partidos que se haya podido ver jamás. El duelo que enfrenta a dos grandes equipos como son el Barcelona y el Real Madrid resume perfectamente lo que significa el fútbol para todos los aficionados. Alegría, tristeza; amor, odio; ilusión, decepción; todas estas palabras contrastan la división de opiniones que genera el fútbol en el que siempre hay un vencedor y un perdedor. Pero en este tipo de partidos, en estos clásicos del fútbol se podría decir que el perdedor cobra más protagonismo. Mientras que el vencedor sale airoso de la lucha, el derrotado siempre quiere que llegue el próximo partido para resarcirse, siempre debe soportar los ataques del vencedor y soportar sus palabras mientras te acuerdas de las veces en las que la situación era al revés.
Pero ante todo, el sentimiento que debería estar siempre presente y por lo único por lo que brilla es por su ausencia, es el respeto. Respeto por un equipo y una afición, por mucho odio que se le tenga, un partido sin respeto pierde mucho. Recuerdos lamentables como los ocurridos en la vuelta de Figo al Camp Nou o de Raúl haciendo callar a todo un estadio se deberían evitar en un momento tan mágico. Por mucho que sean rivales, esto no se puede contemplar; el fútbol es una parte más de la vida, una parte que sirve para divertirse y para olvidarse de los malos momentos de la vida cotidiana, no para enfrentarse con otras personas violentamente. Con esto no quiero decir que no se deba picar a los aficionados del otro equipo, sino que no se debería volver a ver agresiones a árbitros, aficiones y, a veces, jugadores. El fútbol con violencia pierde toda la magia y, al siguiente día, más que de la victoria de un equipo u otro, se hablaría de otra cosa.
El lunes será, esperemos, un gran día de fútbol; un día en el que al ver a los que te preguntaban el por qué de tu amor por el fútbol les dirás: “Esto es fútbol”.

1 comentario:

  1. Pues la verdad es que sí. Los aficionados, por desgracias, siempre nos centramos más en el perdedor que en el ganador del partido. El ganador se quita un gran peso de encima, mientras que por otra parte el perdedor se lleva una carga que dura hasta el partido de vuelta.

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